martes, 28 de abril de 2009

"Cuando rompí mi guitarra fue como un sacrificio..."Jimi Hendrix

...porque uno sacrifica lo que ama", dijo Johnny Allen Hendrix (cambiado posteriormente a James Marshall) luego de incendiarla en el Festival Monterrey de Estados Unidos en el año 1967. Nacido el 27 de Noviembre de 1942, en Seattle, Washington y con una muerte temprana, a los 27 años, como consecuencia de una ingestión masiva de barbitúricos, Jimi deja este mundo(aunque suene a metáfora) ahogado en su propio vómito el 18 de septiembre de 1970.


La leyenda del rock, en 1961 antes de ser Jimi Hendrix, se alistó para la Armada de los Estados Unidos y se especializó como paracaidista. Incluso siendo soldado, encontró tiempo para la música, así creó la banda llamada The King Casuals. Sirvió al ejército hasta 1965 cuando fue licenciado a causa de una herida. Pero según el libro Room full of mirrors (Habitación llena de espejos) escrito por Charles R. Cross, el guitarrista Jimi Hendrix fingió ser homosexual para librarse de ir a luchar a Vietnam y poder así dedicarse de lleno a la música, su verdadera pasión.

Hendrix dijo a sus mandos militares que era gay para no completar su servicio militar y no ser enviado a Vietnam y en 1962, confesó a sus superiores en la División 101 del Airbone, que se había enamorado de un compañero de filas y era adicto a la masturbación.
Hendrix se alistó al ejército para evitar ir a la cárcel después de haber sido detenido en varias ocasiones por robar coches en su natal Seattle, si embargo, durante toda su vida, Hendrix señaló que se libró de luchar en Vietnam debido a una lesión en un tobillo causada por un mal salto en paracaídas. No obstante, en su expediente no aparece este incidente.

Según Cross, el desmesurado y evidente apetito sexual que Hendrix tuvo siempre por las mujeres niega la teoría de su homosexualidad, y deja claro que todo fue una maniobra para no ir al frente.

A el grandioso guitarrista, cantante, compositor e influencia de muchos músicos, su condición de zurdo no le impedía tocar las notas de exítos de su autoría como "Purple Haze", "And the Wind Cries Mary" y el inolvidable comienzo de "Voodoo Child" que bandas nacionales como Divididos hoy le hacen tributo.Pero de todas formas le era incomodo a la hora de utilizar el instrumento.

En los años 60 no se le ocurría a ningún fabricante producir instrumentos para zurdos. Los ejemplos más famosos son Jimi Hendrix y Paul McCartney. McCartney tocó un bajo Höfner, porque era simétrico, y no llamó mayor atención que lo usara al revés. Hendrix tocaba una Strat al revés. Los botones usarios, los cables etc. - todo estaba a la inversa. Pero Jimi Henrix tenía un aspecto tan cool, que se volvió un culto. Aún hoy Fender todavía hace una "Hendrix Strat" para diestros pero con el formato de zurdos. Algo así como cuando vemos una guitarra en un espejo y si bien los procesos de fabricación de los instrumentos mejoraron notablemente en cuanto a consistencia, siempre se dice que lo antiguo era mejor, porque las guitarras y bajos entraron a partir de la década del '70 en la era de la industrialización, al intensificarse la demanda y requerir una producción que mantuviese cierto nivel de calidad pero con costos más bajos. En cuanto a la "etapa negra" de Fender, a mediados de aquella década se decía que había guitarras de los lunes y guitarras de los viernes, siendo estas últimas las que más dejaban que desear en cuanto a su ensamble y terminación.

Pero logró expresar sus sentimientos a traves de las notas que salían de su amado elemento, y expresa ese sentimiento agridulce de manera más clara; esa mezcla de añoranza de lo que fue, de tristeza ante la certeza de que el mañana nunca superará la felicidad del presente.

En una entrevista cedida a comienzos de 1970 a la revista Rolling Stone, el músico declaró: “La mayoría del tiempo no puedo expresar a través de la guitarra lo que tengo en la cabeza y en el corazón. Paso mucho tiempo del día pensando y escuchando música en mi cabeza... pero siento que no puedo tocar tan bien la guitarra como para poder hacer sacar toda la música que tengo dentro" con eso deja en claro que lo que nos dejó fue solo una parte de su talento...








Estatua ubicada en su ciudad natal
Seattle, Washington, EE.UU-área Capitol Hill-
En su clásica pose.

viernes, 17 de abril de 2009

Pugliese el antimufa o San Pugliese.


Entre miles de artistas yetas, el ambiente artístico argentino sólo reconoce unánimente a un santo: Osvaldo Pugliese. El famoso tanguero es toda una salvaguarda para los artistas. Ya en vida era considerado un amuleto de buena suerte y él lo sabía: se llamaba a sí mismo "la medallita del pueblo". Cuando León Gieco dice "siempre mencionamos a Pugliese" en ese pastiche de canción que es "Los Salieris de Charly", hace referencia a esta cábala. No hay camarín que no tenga una foto de Pugliese. Hay muchos relatos de pequeños milagros que se le adjudican: que vuelva la luz en medio de un apagón en pleno concierto, que aparezca un instrumento perdido con sólo pronunciar el nombre del santo, o que se solucionen problemas informáticos (el técnico en grabación Sergio Paoletti afirma que cuando una máquina de su estudio se colgó y amenazó formatear todo el material, lo solucionó renombrando todos los archivos como Pugliese). Hay que pronunciar el nombre del santo antes de empezar un espectáculo, en vez del vulgar merde, merde, merde. Un comienzo posible, hace muchos años antes de un recital de charly garcía, una seguidilla de problemas al filo del show complicaban el sonido. Eso hasta que probaron el quipo con un disco de pugliese. Santo remedio. Con algunas variaciones, pero siempre aludiendo al rock, así habría despuntado la leyenda de ‘’pugliese talismán’’
la primera estampita de SAN PUGLIESE fue difundida en el III festival de tango porteño, detrás decia:
ORACION AL MAESTRO

“Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos deje en silencio mirando un bandoneón sobre una silla”. En el nombre de Osvaldo Pugliese.
Tanta es la fé en este músico que hasta los empresarios de la Cerveza Quilmes, para aumentar aún más sus ventas, optaron por dedicar en una de sus campañas, un día de la semana con su nombre.


''Antes de un show, para desear suerte se decìa 'merde'. Ahora no!, ahora se dice Pugliese''.


martes, 14 de abril de 2009

“Eleanor Rigby” - The Beatles-


El ex Beatle Paul McCartney mantiene su postura acerca de los rumores que siempre rondaron acerca del personaje de la canción “Eleanor Rigby” rumores que apuntan a que este personaj realmente existió, ahora el misterio ha vuelto a ser tema de controversia entre los fanáticos y no fanáticos de la legendaria banda de Liverpool al ponerse en subasta en Londres un documento que data del año 1911 y que se titula E. Rigby. El rumor que más credibilidad tiene es que se trata de una joven empleada que trabajaba en la cocina del centro hosipitalario de Parkhill ubicado en Liverpool, dicho documento tendría como datos el sueldo que ganaba la joven. Actualmente la dueña de dicho ducomento es Annie Mawson la presidenta de una organización benéfica orientada a niños con problemas de aprendizaje. Según publicaciones del diario “The Independent” la actual dueña recibió el documento por parte de una persona que trabajaba en las oficinas de Paul McCartney después de que Mawson enviara un mensaje contándole al ex Beatle cómo le enseño a tocar con el piano la canción “Yellow Submarine” a un niño autista. La propietaria del documento explica que la carta la envió en 1990 narrándole la historia a Paul mientras ella trabajaba en una escuela de educación para niños especiales, un niño autista a cargo de Mawson era fan de Los Beatles y fue así como ella le enseñó a interprtar “Yellow Submarine”. En la misiva aclara Mawson que no le pedía dinero a McCartney solo quería que supiera lo feliz que logró hacer a un niño. Pasados unos meses Annie Mawson recibió una carta con remitente Paul McCartney adjuntando dicho documento. Según el ex Beatle luego de una entrevista en 1966 aclaró que la canción es una mezcla de nombres mpezando por Eleanor Bron quien colaboró con la banda en la grabación del álbum “Help!” y de la firma de Bristol quienes fabrican vino de nombre “Rigby and Evens” de ahí el nombre “Eleanor Rigby”. Pero lo que se había convertido en una leyenda urbana comenzó a dar pistas de su veracidad ya que durante los años ochenta en el ementerio San Pedro ubicado en Woolton, Liverpool se halló una lápida con el nombre de Eleanor Rigby supuestamente fallecida en 1939, Paul McCartney sigue negando el hecho pero ha dicho que el haber pasado cierto tiempo en ese lugar pudo habérsele grabado el nombre en la cabeza.

lunes, 13 de abril de 2009

¿Quién disparó a Andy Warhol?

El 22 de febrero se cumplieron veintidos años de la muerte de Andy Warhol, uno de los grandes iconos cuya influencia marcó el arte contemporáneo y sigue siendo fuente de inspiración. Su serie de latas de sopa Campbell’s, sus serigrafías en colores sicodélicos de Marylin Monroe y el Che Guevara constituyen máximos ejemplos del arte pop y abrieron nuevas sendas a los creadores.



Warhol, el gran gurú, concebía el arte como un producto de consumo en la gran cadena de producción; la firma de autor no era sino una marca registrada. Su muerte sobrevino después de una intervención quirúrgica menor, consecuencia de los cuatro disparos que sufrió en 1968.

Valerie Solanas –escritora underground muy menor, con problemas mentales– estaba convencida de que él intentaba robarle su obra Up your ass, la cual en realidad se hallaba perdida entre los cientos de “grandes obras” que enviaban a Andy a La Fábrica (The Factory), espacio de creación y reunión. Tuvieron un altercado; él, homosexual declarado, le gritó: “¡con razón eres lesbiana!” El 3 de junio Valerie se presentó en la Factory y le disparó; las balas traspasaron pulmones, estómago, hígado y esófago. En la noche se entregó: “la policía me busca. Le disparé a Andy Warhol. Estaba controlando mi vida”. Más tarde, ante la prensa, aprovechando al máximo los “15 minutos de fama que todos pueden tener”, como dijo Andy Warhol en esa frase genial aún vigente, que pinta de cuerpo entero los mass media de la sociedad estadunidense, respondió: “Disparé por muchas razones: lean mi manifiesto y sabrán quién soy”.
Poco antes de Navidad telefoneó a Warhol para pedirle 20 mil dólares por Up your ass, que retirara los cargos, la contratara en sus películas y la pusiera en el show de Johny Carson: “si no, puedo hacerlo todo de nuevo”.
En 1969 fue sentenciada y enviada al siquiátrico de Ward Islan. Se cree que Warhol no declaró por temor, ya que la sentencia fue de tres años. Pero ella nunca se arrepintió: “Fue un acto de moralidad; fue inmoral que fallara... debí haber practicado más”.
No conocía muy bien a Valerie. Era la fundadora de una organización a la que ella llamaba "SCUM" (cuyas iniciales respondían a Sociedad para el Exterminio del Macho) [scum en inglés quiere decir escoria]. Hablaba sin parar del exterminio del macho y de que el resultado sería un "mundo femenino, maravilloso y genial".
Una vez declaró: me refería a Valerie Solanis cuando dije: "A veces, la gente intenta tendernos trampas. Una chica llamó y me ofreció el guión de una película... el título me pareció tan maravilloso y a mí me gusta ser tan amable que la invité a que me lo trajera en persona; pero era tan obsceno que pensaba que bien podría tratarse de una agente de policía...". Le había comentado al entrevistador que no la habíamos vuelto a ver desde entonces. Sin embargo, cuando regresamos a Nueva York, empezó a llamar a la Factory para que le devolviéramos su guión. Me lo había dejado en algún lugar y no lograba encontrarlo; alguien debía de haberlo tirado a la basura mientras estábamos en Cannes. Cuando al final le confesé haberlo perdido, pasó a pedirme dinero. Decía que se alojaba en el hotel Chelsea y que necesitaba el dinero para pagar la estancia. Una tarde de septiembre estábamos en pleno rodaje de una secuencia para I, a man (Yo, un hombre) cuando llamó, así que le dije que por qué, en vez de reclamar su guión, no se pasaba por allí, salía en la película y se ganaba 25 dólares. Enseguida se presentó allí, la filmamos en una breve escena de escalera en la que no estuvo mal y eso fue todo. La cuestión era que, después de aquello, sólo llamaba de vez en cuando con esos sermones homófobos de la SCUM; pero ya no me molestaba tanto, y para entonces ya había llegado a la conclusión de que no era una mujer policía. Supongo que bastante gente me había dicho que llevaba un tiempo en escena y me había confirmado que era una auténtica fanática.
Era un día muy caluroso y, mientras Jed, Valerie y yo esperábamos el ascensor, me fijé en que ésta llevaba un abrigo de invierno forrado con borreguillo y un jersey de cuello cisne, y pensé en el calor que estaría pasando; aunque, para sorpresa mía, ni siquiera sudaba. Llevaba pantalones (nunca la había visto con un vestido), y sostenía una bolsa de papel que balanceaba y le rebotaba ligeramente en los talones. Luego observé que había algo aún más raro en ella aquel día: al mirarla de cerca, vi que se había maquillado los ojos y los labios.
Nos bajamos en la sexta planta y pasamos al centro del estudio. Mario Amaya estaba allí, un crítico de arte y profesor al que conocía desde los años cincuenta. Me esperaba para hablar conmigo sobre un espectáculo que quería montar en algún lugar.
Fred estaba en su mesa escribiendo una carta a mano. A Paul lo tenía enfrente, en una mesa como la de Fred, hablando por teléfono. Jed había ido al fondo a instalar los fluorescentes. Yo me acerqué a Paul.
Las ventanas de la fachada estaban todas abiertas -las puertas que daban al balcón, también-, pero seguía haciendo mucho calor. Eran ventanas de estilo europeo: dos cristales verticales en dos marcos que se abrían hacia dentro y se podían bloquear como las contraventanas. Nos gustaba dejarlas sueltas, sin pasador, para que se mecieran si corría un poco de brisa; pero no se movía ni una paja.
-Es Viva -dijo Paul, mientras se ponía en pie y me pasaba el teléfono. Yo me senté en su silla y él se fue al fondo de la oficina. Viva me decía que estaba en el distrito residencial, en la peluquería Kenneth's del Waldorf-Astoria, donde la gente de la producción de Cowboy de medianoche intentaba teñirle el pelo como el de Gastone Rossilli, el chico con el que protagonizaba la escena.
En realidad, las mesas de Paul y de Fred eran archivadores bajos de metal que sostenían tablas de tres metros por uno y medio en horizontal; la superficie de trabajo era de cristal, así que, cuando bajabas la vista para escribir algo, te veías reflejado. Me incliné sobre la mesa para comprobar qué tal estaba; hablar con ella hacía que pensara en mi propio pelo. Viva no dejaba de charlar: sobre la película, que iba a interpretar el papel de una cineasta underground en la escena de una fiesta donde John Voight conoce a Brenda Vaccaro. Hice señas a Fred para que cogiera el teléfono y siguiera la conversación por mí, y, cuando yo me disponía a colgar el auricular, oí el estruendo de una explosión y me di la vuelta rápidamente: vi que Valerie me apuntaba con una pistola y supe que la acababa de disparar.
Dije: "¡No! ¡No, Valerie! ¡No lo hagas!", y me volvió a disparar. Me desplomé en el suelo como si me hubiera alcanzado; lo cierto es que no sabía si sí o si no. Intenté arrastrarme por debajo de la mesa. Ella se acercó más, volvió a disparar, y entonces sentí un dolor terrible, como si una bomba explotara en mi interior.
Allí tirado, vi que la sangre me había empapado la camisa y oí más disparos y gritos (después, mucho después, me dijeron que dos balas del calibre 32 me habían perforado estómago, hígado, bazo, esófago y pulmones). Acto seguido, vi a Fred de pie ante mí y le dije entrecortadamente: "No puedo respirar". Se arrodilló e intentó hacerme el boca a boca, pero yo le dije que no, que me dolía mucho. Entonces se levantó y fue corriendo al teléfono para llamar a la policía y pedir una ambulancia.
De repente, Billy se inclinó sobre mí. No había estado allí durante el tiroteo, acababa de llegar. Levanté la mirada y me pareció que se estaba riendo, lo cual me hizo reír a mí también, no sé por qué. Pero me dolía mucho y le dije: "No te rías. ¡Ay!, por favor, no me hagas reír". Pero Billy no reía, lloraba.
La ambulancia tardó casi media hora en llegar. Y yo estaba allí en el suelo, sangrando.
Inmediatamente después de ser abatido, según supe más adelante, Valerie se volvió y disparó a Mario Amaya, a quien hirió en la cadera. Éste salió corriendo a la habitación del fondo y cerró de un golpe las enormes puertas dobles. Paul estaba en el lavabo y ni siquiera oyó los disparos. Al salir, vio a Mario, aguantando la puerta en un baño de sangre. Fue a mirar por el cristal de la sala de proyección y vio a Valerie al otro lado, intentando forzar la puerta. Como no se abría, se dirigió a mi pequeño despacho en el lateral; estaba cerrado, y probó a girar el pomo de la puerta. Tampoco se abría - Jed la mantenía cerrada desde dentro, mientras veía cómo el pomo giraba sin parar—; pero ella no sabía por qué, así que la dio por cerrada con llave. Luego volvió a la entrada y apuntó con la pistola a Fred, que dijo: "¡Por favor! ¡No me dispares! ¡Lárgate!". Valerie parecía confusa -no sabía si dispararle o no-, por lo que salió a llamar el ascensor. A continuación regresó adonde Fred estaba acorralado, en el suelo, y le volvió a apuntar con la pistola. Cuando parecía que estaba a punto de apretar el gatillo, se abrieron las puertas del ascensor y Fred dijo: "¡Ahí tienes el ascensor! ¡Cógelo!".
Así lo hizo.
Cuando Fred pidió una ambulancia para mí, le dijeron que si la quería con sirena costaría 15 dólares más. Mario no estaba herido de gravedad, y él mismo llamó otra ambulancia.
Por supuesto, yo no era consciente de todo lo que estaba pasando. No sabía nada. Estaba allí en el suelo, sangrando. Cuando llegó la ambulancia no traían camilla, así que me sentaron en una silla de ruedas. Pensaba que el dolor que sentía tumbado en el suelo era el peor que se podía sentir; pero, ahora que estaba sentado, supe que me equivocaba.
Me llevaron al hospital Columbus de la calle 19, entre las avenidas Segunda y Tercera, a cinco o seis manzanas de allí. De repente, me rodearon montones de médicos, y oía cosas como "Olvídalo" y "... no hay nada que hacer...", y luego alguien pronunciaba mi nombre: era Mario Amaya, que les decía que yo era rico y famoso.
Me pasé unas cinco horas en el quirófano, donde me operaron el doctor Giuseppe Rossi y otros cuatro grandes médicos. Me devolvieron a la vida, literalmente, porque tengo entendido que por un momento la perdí. Pasaron días y días, y yo aún no estaba seguro de si había resucitado. Me daba por muerto. No dejaba de pensar: "Estoy muerto. Así es la muerte: crees que estás vivo, pero estás muerto. Me veo en la cama de un hospital".
Cuando me sacaron del quirófano, oí una televisión en algún lugar y las palabras "Kennedy" y "asesino" y "disparo" una y otra vez. A Robert Kennedy lo habían matado a tiros, pero lo curioso del caso era que yo no entendía que un segundo Kennedy hubiera sido asesinado; pensaba que tal vez cuando mueres se repiten las cosas, como el asesinato del presidente Kennedy. Algunas de las enfermeras lloraban y, al cabo de un rato, oí cosas como "el cortejo fúnebre en Saint Patrick's". Me parecía todo muy extraño, este trasfondo de otros disparos y un funeral; aún no distinguía entre la vida y la muerte, y ya estaban enterrando a una persona en la televisión que tenía delante.
'POPism. The Warhol sixties. Diarios 1960-1969' (Ediciones Alfabia) se publica el 9 de diciembre.



Andy Warhol creador de símbolo caracteristico de la legendaria banda The Rolling Stones


Funtes: elpais.com y www.lajornadaguerrero.com.mx